Los peques, el negro y por qué no lo veo

Acabo de echarle un vistazo a un artículo de Vogue que recibe el título de Por qué vestir a los niños de negro no es mala idea. Pues bien, a quien me conozca le va a resultar curioso que yo diga esto considerando que aproximadamente el 80% de mi vestuario es neeegro negrísimo, peeero, no estoy muy de acuerdo.

El texto de la revista apoya su afirmación en que las celebrities de turno, particularmente el ejército que parece obsesionado con la letra K, los Kardashian, lo tienen interiorizado y aplicado a su modus vivendi. Por otro lado, también argumenta que es tendencia y que es cómodo. Por mi parte, lo cuestiono por varios motivos.

 ©2015 Balmain - Imagen perteneciente a la campaña de lanzamiento de la línea infantil

   Primero, salud. Allá en mis tiempos de estudiante, nuestro profesor de tecnología textil nos explicaba que algunos tintes tienen componentes que pueden ser cancerígenos. El tinte negro es el peor de todos. Imagino que no serán todos los tintes negros, pero vete a saber cuál se ha usado en la prenda. Por si acaso, teniendo en cuenta que los pequeños son como esponjitas y que son más sensibles a la exposición a este tipo de compuestos, pues yo casi que no me arriesgaría, al menos de chiquitines.

Segundo, la comodidad. ¿La comodidad de quién? La tuya, mayormente. Porque al peque se la repampimfla bastante el color de su ropa siempre y cuando se pueda rebozar cual croqueta por el suelo.  A este respecto, puede ser que no se refiera al comfort de la criatura, sino a la facilidad para el progenitor de elegirle la ropa y que combine, porque, no nos engañemos, el negro, también se mancha, los pegostrones de barro se ven claramente. En fin, si tanto te preocupa ese tema, elígela por las noches.

Tercero, vestir a tus hijos con una cosa o con otra por el simple hecho de que sea lo más cool del momento, sencillamente, me repatea el hígado. Si ya desde pequeños les vas alimentando ese tipo de prioridades, no te quiero contar nada cuando les de el ataque logomaníaco de los 12 años que todos hemos visto y/o padecido.

Cuarto, si nos ponemos en modo moderno, una de las claves del diseño, que ya lo decía mi adorado maestro Manolo Gatell, es la coordinación descoordinada, es decir ¡mezcla y ya verás como sale algo chulo!  Aparte, ¿y lo divertido que es jugar con los colores y los estampados? ¿Y lo positivo que puede ser dejarles a ellos elegir sus propias combinaciones para ayudarles a interpretar la moda ya desde peques? Una de mis hermanas tiene una máxima, mientras lo que se pongan sea acorde al clima, todo está permitido ¡y me encanta! Creo que es un modo de alimentarles la creatividad en contraposicion a la alienación que, probablemente sin querer, les podamos inculcar por la imposición de nuestro propio estilo.

Quinto, no hay que olvidar que los niños ¡son niños! No son réplicas a escala de los padres, son personas independientes, mucho más libres, y con una imaginación sin filtros que hay que potenciarles. Personalmente, no me resulta cuqui cuando veo a niños posando para anuncios o revistas en una actitud adulta, con prendas adultas, me resulta más bien escalofriante.

Con todo esto, no quiero decir que me parezca mal que haya negro en el armario de un niño. Lo que me parece mal es utilizarlo de base, especialmente aludiendo a los motivos citados en el artículo. Igual que no debemos vivir a través de sus experiencias, del mismo modo que no debemos intentar cumplir nuestros sueños fallidos presionándoles para que sigan los caminos que nosotros no supimos culminar, los peques no deben ser un reflejo de nuestro estilo ni de nuestro status. Ayudémosles a buscar su propia identidad.


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